Es inevitable: el ser humano tiene un impacto en el medio ambiente. De hecho, un grupo de arqueólogos de las Universidades de Washington y de Maryland, así como del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, realizó recientemente un estudio que concluyó que incluso los cazadores recolectores y los primeros agricultores de hace 3.000 años ya alteraron de manera importante el planeta.
Hoy este impacto es mucho mayor, por lo que se ha llegado a acuñar el término ‘Antropoceno’ para definir una nueva época que acaba de arrancar en la que el impacto humano en el clima y la biodiversidad nos está llevando a una situación de consecuencias imprevisibles.
Frente a ella, es importante actuar para minimizar la repercusiones que tienen en el planeta la mayoría de nuestros actos. Y una de las formas más sencillas de hacerlo es trabajar para limitar los efectos de uno de los sectores más perjudiciales para el medio ambiente: el de la construcción. ¿Cómo? A través de la arquitectura sostenible.
La arquitectura sostenible crea diseños arquitectónicos que intentan aprovechar los recursos naturales para reducir el impacto ambiental que provoca la construcción de los edificios. Por lo tanto, busca optimizar los materiales y parámetros bioclimáticos que le proporciona el medio ambiente, así como mejorar sus técnicas de edificación, para que tanto el proceso como el resultado sean lo más sostenibles posibles.
Habitualmente también se la conoce como arquitectura sustentable, aunque en realidad pueden considerarse conceptos ligeramente distintos. En el caso de la arquitectura sostenible, hace referencia principalmente a los recursos energéticos y naturales que son necesarios para las construcciones. Mientras que la sustentable se preocupa, principalmente, de que la edificación sea capaz de mantenerse por sí misma y que, para su aprovechamiento, haya un mínimo impacto en su entorno.
Según datos ofrecidos por la ONU, tras la pandemia de COVID-19 las emisiones de dióxido de carbono del sector de la construcción han repuntado y han alcanzado últimamente un máximo histórico. En concreto, esta industria fue la responsable del 34 % de la demanda energética y de alrededor del 37 % de las emisiones de CO2 asociadas a la energía y a sus operaciones durante 2021. Así, estas últimas presentaron niveles hasta un 5 % más altos que los de 2020 y un 2 % superiores a los del pico prepandémico de 2019.
Por lo tanto, decantarse por la arquitectura sostenible implica poner la lupa sobre este problema evidente y esforzarse para mejorar un sector tan importante y necesario como el de la construcción. Y de formas diferentes, porque la elección de materiales sostenibles reduce los residuos generados y permite que el planeta pueda reponerlos; mientras que el desarrollo de técnicas y de diseños de construcción respetuosos con el medio ambiente minimiza el impacto de los propios procesos arquitectónicos.
Veamos cuáles son las características que definen la arquitectura sostenible:
El primer paso hacia una arquitectura sostenible es conocer bien el lugar donde vamos a construir. Realizar un estudio pormenorizado de este espacio nos ofrece unos conocimientos muy valiosos para que luego nuestros esfuerzos sean útiles.
Por ejemplo, determinar las condiciones climáticas nos ayudará a elegir unos materiales adecuados y nos permitirá incluir en la casa soluciones sustentables basadas en la eficiencia energética. Y determinar los recursos naturales disponibles nos facilitará su aprovechamiento durante la construcción, tal y como puede suceder con el agua.
A raíz del anterior punto, los arquitectos pueden diseñar sus edificaciones para que se integren de forma armónica con todo aquello que les rodea. El objetivo es que puedan parecer un elemento más del paisaje y que tengan el aspecto más natural posible.
Construir con materiales sostenibles por definición es la mejor forma de que el proceso constructivo no tenga un ‘coste’ para el planeta. Emplear elementos como la madera, la arcilla o las fibras vegetales permite obtener casas ‘amigables’ con el medio ambiente. Y además resulta habitualmente más económico, porque por ejemplo, aprovechar materiales reciclados para revestir techos, fachadas o cubiertas es barato y tiene un mínimo impacto en el entorno.
Llevar los materiales del lugar donde se obtienen al punto donde se procesan y de ahí al espacio destinado a la construcción también tiene un importante coste ecológico. Por lo tanto, en la arquitectura sostenible es importante emplear materiales y recursos que sean locales; de forma que su desplazamiento sea mínimo.
La arquitectura sostenible también trabaja para que sus construcciones sean confortables desde diferentes puntos de vista: térmico, acústico, etc. Diseñar con la intención de eliminar o, al menos, reducir los puentes térmicos permitirá que el edificio tenga un buen aislamiento y, por tanto, facilite un mejor aprovechamiento de la energía y una adecuada regulación de sus temperaturas.
Además, también se debe buscar un adecuado aprovechamiento de la luz natural para limitar la dependencia de la construcción de la luz eléctrica. Así como un confort acústico para que la casa esté bien aislada de los ruidos del exterior y evite molestias a los futuros inquilinos.
Los edificios no solo deben estar pensados para aprovechar la energía de la mejor forma gracias a técnicas sostenibles. Su propio proceso de construcción tiene que estar pensado para la utilización de fuentes de energía renovables como la solar, la eólica, la hidráulica e incluso la biomasa y la geotérmica.
En CULMIA nos marcamos un destino sostenible en todo lo que hacemos, por lo que trabajamos para crear entornos que sean respetuosos con el medio ambiente. Así, nuestro esfuerzo es diseñar y promover viviendas que destaquen por:
Y para ello, trabajamos a través de diferentes líneas de actuación:
El BREEAM (Building Research Establishment Environmental Assessment Methodology) es el método líder mundial para la evaluación y certificación de edificios sostenibles. Establece 49 requisitos del edificio en 10 categorías (como energía, agua, materiales o salud y bienestar) para promover los beneficios económicos de salud y de respeto al medio ambiente.
Contamos con dos certificados propios. Nuestro certificado Cuarzo define los criterios mediante los cuales se diseña y construye una vivienda pensada para responder a las necesidades actuales de las personas en materia de salud. Mientras que nuestro certificado Jade establece los criterios para un diseño y una construcción de las viviendas conforme a las necesidades actuales de sostenibilidad.
CULMIA es miembro asociado de Green Building Council España (GBCe), una plataforma referente para el encuentro y la transformación hacia un modelo sostenible en el sector de la edificación.
El sistema de Liderazgo en Energía y Diseño (LEED) sostenible certifica y reconoce a nivel internacional que el edificio o proyecto analizado cumple con unos estándares de eficiencia y responde satisfactoriamente a sus requisitos de sostenibilidad.
Como nos preocupa el consumo energético y el confort térmico de nuestras viviendas, además de diseñar edificios de alto rendimiento en el plano energético, también analizamos durante dos años el consumo real de las viviendas de algunas de nuestras promociones. Así, tras este período hacemos entrega a nuestros clientes de un informe sobre los resultados, acompañado también de una serie de consejos para que puedan realizar un consumo energético que sea más responsable y eficiente.
Si tienes alguna duda sobre la sostenibilidad de nuestras promociones, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. Y si quieres ampliar la información sobre la relación entre la arquitectura y el medio ambiente, te invitamos a que te descargues aquí nuestra completa guía de vivienda saludable y construcción sostenible. ¡Te aseguramos que merece mucho la pena!
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