Si nos marcamos el objetivo de recortar gastos en nuestra vida diaria, uno de los mejores puntos de partida puede ser la factura de la luz doméstica. Actualmente, la electricidad es un suministro básico para todo domicilio que se precie, por lo que supone un gasto fijo en la inmensa mayoría de las familias españolas. De ahí que el quid de la cuestión sea aplicar una serie de medidas de ahorro para reducirlo sin sacrificar nuestro bienestar.
Según datos de la Organización de Consumidores (OCU), la factura media de un hogar en España con tarifa PVPC fue en 2023 de 723 euros al año. Un coste considerablemente inferior al de 2022 (1 266 euros al año) o incluso al de 2021 (949 euros al año) gracias a las medidas impositivas para mitigar la subida en los precios de la energía y la inflación.
Parece, por tanto, parece que lo peor de esta crisis ya ha pasado. Pero no por ello debemos conformarnos, porque con unos sencillos trucos podemos lograr resultados palpables a la hora ahorrar en la factura de la luz. ¡Sigue leyendo para descubrirlos!
Para ahorrar en la factura de la luz es fundamental conocer el punto desde el que partimos. Así que debemos informarnos sobre cuál es la tarifa que tenemos contratada en este momento y lo que hemos venido pagando en los últimos meses. Es más, al hacerlo quizá tengas la tentación de comparar tu factura con la de un familiar, vecino o conocido, pero ten en cuenta que cada casa es un mundo, porque tiene sus propios hábitos y consumos energéticos.
Aquí, ten presente que hay dos tipos de mercados eléctricos:
Sabiendo esto, debes valorar cuál es la opción idónea para ti. Si tienes la flexibilidad suficiente para focalizar tus consumos energéticos en las horas valle del día (más económicas), como la noche o las primeras horas de la mañana, probablemente el mercado regulado te resulte lo mejor. Mientras que si prefieres no complicarte y puedes dedicar tiempo a analizar los diferentes precios que te ofrece el competitivo mercado energético, quizá prefieras optar por un contrato de mercado libre.
Más allá del consumo energético que hagamos, nuestra factura de la luz también incluye un gasto fijo. Este se refiere a la potencia que tenemos contratada y que marca el tope de energía que vamos a poder utilizar en nuestro hogar al mismo tiempo y sin que “salten los plomos”.
En consecuencia, si no le damos importancia a este aspecto y no sabemos bien realmente lo que consumimos, es posible que estemos pagando más de lo que necesitamos (hasta 60 euros anuales por kW de más). Una circunstancia que podemos evitar calculando el consumo total de nuestros principales electrodomésticos si los conectamos a la vez y comparando después este con la potencia que figura en nuestra factura.
Lógicamente, es recomendable dejar siempre un margen prudencial para no quedarnos cortos a menudo. Y, a partir de ahí, solicitar a la nuestra comercializadora que baje la potencia a lo que necesitamos, teniendo en cuenta que este es un trámite que cuesta unos 11 euros y que solo podemos hacer una vez al año, independientemente de los kW que reduzcamos. Mientras que si lo que queremos es incrementar la potencia, el coste será cuatro veces más caro: unos 45 euros.
Si tu vivienda es nueva o cuenta con un sistema eléctrico de menos de diez años, no deberás preocuparte (todavía) de esto. En caso contrario, te recomendamos que hables con un electricista para que revise a fondo el estado de tu instalación eléctrica, porque el paso del tiempo es un factor que, aunque no lo parezca, puede incrementar el coste de tu factura de la luz.
Elementos como el polvo, la corrosión o el simple desgaste de los materiales suelen tener un impacto en su operatividad, haciéndolos menos eficientes y, por tanto, también menos rentables.
Modificar nuestros comportamientos en el día a día puede ser una solución efectiva a la cuestión de cómo ahorrar en la factura de la luz. Para ello, podemos empezar elaborando una lista de todas las cosas que hacemos en casa en el día a día y que implican el uso de electricidad: ver la televisión, trabajar con el ordenador, encender las luces al llegar la noche, utilizar la vitrocerámica para cocinar o el microondas para cocinar los alimentos, etc.
Después, deberemos reflexionar si realmente nuestros hábitos son los más sostenibles y eficientes desde el punto de vista energético. Por ejemplo, es posible que nos demos cuenta de que tendemos a dejar las luces encendidas en las habitaciones aunque no estemos en ellas, que en vez de apagar los electrodomésticos los dejemos hibernando en stand by durante muchas horas, o que cuando utilizamos la lavadora y el lavavajillas lo hacemos con programas estándar en lugar de ‘ECO’.
Realmente hay infinidad de detalles que en una jornada pueden incrementar nuestro consumo de forma innecesaria, y una medida de ahorro que dé resultados palpables puede ser tomar conciencia de estas situaciones para evitarlas.
Cada vez que necesites incorporar un electrodoméstico a tu hogar o sustituir uno antiguo, haz una compra reflexiva. Es decir, tómate tu tiempo para consultar con calma las etiquetas de consumo y eficiencia energética de cada producto, ya que normalmente merece la pena gastarse al principio algunos euros más en una solución de bajo consumo para luego ahorrar en el día a día y semana a semana durante toda la vida útil del electrodoméstico.
Si adquieres televisores, cocinas, lavadoras, lavavajillas, secadores, ordenadores o calefactores con una calificación energética A o B podrás lograr un ahorro energético de entre el 65 % y el 25 % para cada uno de ellos. Así que poblar tu casa de productos eficientes tendrá un indudable impacto positivo en tu factura de la luz.
Si quieres saber cómo ahorrar en la factura de la luz, no puedes obviar la importancia de la iluminación. En condiciones normales, la misma se lleva entre el 20 % y el 25 % del gasto total mensual en este concepto. Lo que nos lleva a implantar también medidas en dos sentidos diferentes.
En el primero, para aprovechar al máximo la luz diurna. Una buena distribución de las habitaciones y de los muebles nos ayudará a sacar el máximo partido del sol, además de la decoración y de la toma decisiones en esta dirección. Como, por ejemplo, subir las persianas en las últimas horas del día o utilizar cortinas translúcidas que permitan el paso de la luz sin sacrificar nuestra intimidad.
Y en el segundo, instalando bombillas de bajo consumo o de tipo LED. Las segundas son más duraderas y ligeramente más eficientes, por lo que su rentabilidad a largo plazo también será mayor. Pero, en cualquier caso, es importante saber que ambas son estupendas opciones para ahorrar en lugar de las bombillas tradicionales.
Por último, allá donde tú no puedas llegar, deja que la tecnología se encargue. Si adaptas tu hogar para convertirlo en ‘inteligente’, podrás optimizar mucho mejor tus consumos.
De hecho, esto es algo que refrenda un estudio elaborado por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), porque señala que el ahorro de energía en una vivienda con domótica puede alcanzar el 80 % en el caso de la iluminación, del 25 % en la gestión del aire acondicionado, del 20 % en el pequeño electrodoméstico o del 11 % en el agua caliente.
Mediante estas aplicaciones, puedes programar el encendido y apagado automático de luces o electrodomésticos, gestionar a distancia el funcionamiento de las bombillas LED o las persianas, mantener siempre una temperatura óptima en tu sistema de climatización o hacer un uso inteligente de los enchufes para evitar el consumo ‘vampiro’ de los aparatos que permanecen conectados incluso cuando no los usamos.
¿Qué te han parecido estos consejos sobre cómo ahorrar en la factura de la luz? Esperamos que te resulten útiles, aunque si buscas ampliar toda esta información, no olvides que puedes descargar gratuitamente nuestra ‘Guía para ahorrar en casa’. ¡Contiene estos y muchos otros trucos para hacer de tu vivienda un espacio sostenible, eficiente y económico!
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