El invierno acaba de quedar atrás, por lo que los peores meses de la reciente crisis energética parecen estar ya superados. Sin embargo, el gas es un recurso necesario en todo hogar que se precie y no cabe duda de que esta primavera todavía nos quedan días y semanas en los que tendremos que recurrir a él para calentar las estancias, obtener agua caliente, cocinar o lavar la ropa. Sin olvidar sus usos más habituales en los meses más calurosos, como en barbacoas o para adaptar las temperaturas de piscinas y jacuzzis.
Hoy, en CULMIA queremos hablarte de las particularidades actuales de la factura del gas, de cómo influye la ubicación y la climatología, y de cuáles son los mejores consejos para ahorrarte una cantidad importante de dinero al final de cada mes. ¡Así que sigue leyendo para conocer todo ello!
El primer paso para poder plantearnos diferentes formas de ahorrar gas en casa es identificar el uso que le damos. Este puede darse de tres maneras:
Según datos del estudio ‘SPAHOUSEC II: Análisis estadístico del consumo de gas natural en las viviendas con calefacción individual’ del IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), en España el consumo medio del gas natural de una vivienda es de 5.097 kWh anuales. Sin embargo, en el caso de los hogares con la calefacción, el agua y la cocina reguladas por gas, este alcanza los 7.921 kWh al año; y en las situaciones en las que solo tienen en el agua sanitaria y la cocina, el consumo cae hasta los 2.956 kWh al año.
Es indudable que el clima es un factor que afecta a nuestro bolsillo, porque en función de las temperaturas necesitaremos más o menos gas para calentar la casa, el agua o los alimentos.
Por ejemplo, según IDAE, en la zona peninsular con un clima atlántico-norte el consumo medio de gas al año de un piso es de 5.481 kWh y de una vivienda unifamiliar es de 14.798 kWh. Mientras tanto, en la zona de clima continental es donde los pisos consumen más (8.613 kWh), si bien las viviendas unifamiliares necesitan algo menos (13.537 kWh). Y, finalmente, en el área de clima mediterráneo, el gasto al año es de 6.213 kWh al año en pisos y de 11.635 kWh en los hogares unifamiliares.
Así que, cuanto más grande sea la casa y el clima más húmedo y frío, mayor es el gasto de gas para las familias.
Tras el incremento del coste del gas en Europa durante 2022 por la Guerra de Ucrania, en España y Portugal se impuso en junio pasado un límite de 40 €/MWh al precio del gas para los primeros seis meses, con un máximo de 70 €/MWh a alcanzar en los siguientes. Este no es fijo, sino variable en función del mercado mayorista del gas; y se trata de un mecanismo de excepción ibérica que, en principio, se aplica hasta el 31 de mayo de 2023.
Además, afecta a los contratos firmados desde el 26 de abril de 2022 en adelante. Con las particularidad de que únicamente se aplica a las facturas de la luz (a la generación eléctrica), no a las del gas de los territorios peninsulares. Por lo que no se aplica en contratos del mercado libre de territorios extrapeninsulares como Ceuta, Melilla, Baleares y Canarias.
La primera recomendación es optar por la Tarifa de Gas de Último Recurso (TUR). Es una tarifa regulada de gas cuyo precio es revisado por el Gobierno de forma trimestral, por lo que se adapta a las circunstancias del momento. Así, es la opción más recomendable para el consumidor, aunque curiosamente sigue siendo minoritaria respecto a aquellos que están suscritos a las tarifas reguladas por el mercado libre.
En concreto, se estima que en los últimos meses ha habido un incremento del 54 % en el número de usuarios que la han acogido, por lo que actualmente cuenta con más de 2 millones de clientes. Y aunque en enero la revisión del Ejecutivo en todos los tramos de la TUR supuso un incremento medio del gasto del 8,67 % (5,23 c€/kWh); el pasado 1 de abril volvió a caer de forma considerable: un 29,9 % respecto a la anterior fijación (2,68 c€/kWh). Por lo tanto, en 2023 sigue siendo la mejor opción para pagar menos al final de cada mes en nuestra factura del gas.
Los expertos recomiendan que nuestra casa no se encuentre a una temperatura mayor que la de confort térmico, la cual se sitúa entre los 20 o 21 ºC. Es importante que tengamos en cuenta que, por cada grado de más, incrementaremos un 7 % el consumo energético de nuestro hogar, con el consiguiente impacto en la factura eléctrica o del gas, si este es el sistema de calefacción que tenemos instalado.
La teoría del anterior punto resulta interesante, pero quizá te sea complicado llevarla a la práctica. No siempre podemos estar pendientes de la temperatura que hace en nuestro hogar ni de andar regulando nosotros mismos la calefacción para no excedernos o quedarnos cortos. Así que una buena solución para despreocuparnos de ello puede ser contar con un termostato inteligente que se encargue de controlar automáticamente la temperatura y que incluso podamos programar para que se encienda, apague o regule a horas concretas del día.
A la hora de conseguir una temperatura óptima para nuestro hogar, no solo es importante alcanzarla, sino también mantenerla. Si cuidamos un aspecto como el aislamiento de puertas y ventanas, evitaremos la pérdida de energía calorífica hacia fuera en invierno y la entrada de calor en verano, ya que crearemos un entorno hermético. De esta forma, nuestro sistema de calefacción (o aire acondicionado) no necesitará trabajar constantemente para mantener unos valores adecuados para el confort térmico.
Se estima que un pobre mantenimiento del circuito de calefacción de un hogar y, en especial, de sus radiadores, puede elevar entre un 10 y un 20 % su consumo energético total. Por lo que es recomendable que, cada pocos meses, revisemos si hay algún tipo de pérdida de agua, los purguemos para vaciarlos de aire, controlemos sus niveles de presión y nos aseguremos de que las juntas de sus tapones estén secas.
En invierno es prácticamente imprescindible que nos duchemos con agua caliente, pero esta no es una necesidad en los meses más calurosos del año. En este sentido, es importante que tengamos en cuenta que, cada vez que abrimos el grifo del agua caliente, la caldera de gas se pondrá en marcha, lo que sumará al consumo de nuestro hogar.
Y esta es una circunstancia que no solo afecta al uso higiénico que le damos, sino que también se aplica a otros ámbitos, como el lavado de platos en el fregadero o de ropa en la lavadora. De ahí que debamos mentalizarnos de que solo debemos recurrir al agua caliente cuando sea estrictamente imprescindible; porque si limitamos su consumo avanzaremos mucho en nuestro objetivo de ahorrar en la factura.
¿Realmente es necesario que nos esforcemos en calentar toda la casa si solamente vamos a pasar la tarde en el salón? ¿Podemos aprovechar el calor que ha generado el horno mientras cocinábamos para calentar otra cosa o incluso para comer en la cocina? Estas son preguntas que pueden ayudarnos a optimizar el consumo de gas en nuestra vivienda, porque si aprovechamos bien el calor que generamos probablemente no necesitemos producir más en un momento dado.
Y es que, en ocasiones, los detalles marcan la diferencia, como utilizar el microondas en lugar del horno para no recurrir al gas si tenemos que calentar la comida, o regular la llama de los quemadores en función del tamaño de la cazuela u olla que tengamos encima. ¡La clave es tratar de producir el calor que necesitamos sin pasarnos y aprovecharlo al máximo!
Estos son nuestros 7 consejos para ahorrar gas en casa. ¡Anímate a aplicarlos y no olvides aprovechar nuestra calculadora energética para conocer en todo momento la eficiencia de tu hogar!
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