Como ya sabes, la finalidad de una mudanza es trasladar los objetos, enseres y muebles que hay en un lugar concreto (principalmente, un domicilio) a otro. En consecuencia, el objetivo es que todos estos sean trasportados de la forma más cómoda y sencilla posible y, por supuesto, que lleguen en perfecto estado a su lugar de destino.
Para lograrlo, es necesario que protejamos tanto los objetos más pequeños como los más grandes, como los muebles. Es lo que se conoce como embalaje, y que es al mismo tiempo sinónimo de una de las partes más exigentes de la mudanza, porque además del material apropiado, precisa de tiempo y dedicación para que todo quede perfectamente protegido.
Así, embalar un montón de cuadros o una pila de libros es más agotador que difícil. Pero… ¿y los muebles? Normalmente estos son voluminosos y pesados, además de (quizá) delicados. Por no mencionar que muchas veces quedan especialmente expuestos a caídas o golpes durante la mudanza… Razones por las que su embalaje debe realizarse de una forma concreta, y sobre la que hoy queremos hablarte en nuestro blog.
Lo habitual en una mudanza es que comencemos embalando y guardando aquellos enseres más pequeños y accesibles que tenemos por casa. Como es lógico, primero vaciaremos una estantería quitando los libros, los marcos de fotos, las figuras, los adornos y demás objetos que la ocupan; y, a continuación, los depositaremos bien protegidos en cajas.
Esta tarea nos puede llevar varias horas o incluso días, en función de la cantidad de objetos a guardar y del tamaño de la casa que estamos vaciando. De forma que, al acabar con esta parte de la mudanza y enfrentarnos con los muebles, es muy probable que ya nos encontremos bastante cansados.
Si este es tu caso, plantéate posponer el embalaje de los muebles para otro momento. Siempre que sea posible, programa esta tarea para una hora en la que te encuentres en plenitud física y con la mente despejada, ya que requerirá de toda tu energía para moverte y tener claro lo que debes hacer.
En este sentido, recuerda que es mucho mejor tomarse el trabajo con la paciencia necesaria (para embalar bien tus muebles) que hacerlo todo con prisas y de forma improvisada (y luego acabar lamentándolo).
Otro paso que debes dar antes de ‘remangarte’ es el del inventario. Evalúa y toma nota de todos los muebles que vas a trasladar en la mudanza, ya que deberás organizarlos correctamente según sus tamaños y características. Y una vez que hagas esto, podrás seleccionar los materiales que necesitarás y la cantidad de estos que deberás tener a la hora de la verdad.
Algunos de los materiales más habituales en mudanzas son:
Y, además, tampoco olvides otros elementos que también te facilitarán mucho el proceso de embalado de muebles para tu mudanza. Nos referimos, por ejemplo, a protectores de esquinas (para evitar que estas se estropeen o incluso dañen a alguien o a otro objeto durante el traslado), a un kit de herramientas básico (para desmontar los muebles, medirlos, cortar y unir el material de embalaje, etc.) e incluso a máquinas envolvedoras que te hagan parte del trabajo.
Ya sabes cuándo hacerlo y tienes a mano todo el material que vas a necesitar. Pero queda lo más complicado de todo: ponerte manos a la obra. ¡Así que vamos con ello!
En primer lugar, que no se te pase limpiar los muebles, porque la suciedad no debe ser compañera de este viaje. Realizar este pequeño esfuerzo al principio de todo te garantizará que, más tarde, una vez que ya te encuentres en tu destino, puedas sacar tus muebles de su embalaje y montarlos o instalarlos sin ensuciar tu nuevo hogar.
A continuación, despeja un área amplia a tu alrededor. Vas a tener que mover, desplazar, manipular e incluso desmontar muebles de diferentes tamaños; así que asegúrate que podrás trabajar cómodamente y sin que nada te moleste.
Siguiente paso: asegura y protege las esquinas y las zonas de los muebles que puedan ser peligrosas o cortantes. Presta especial atención a mesas, armarios, sillas, lámparas, etc. y coloca esquineros prefabricados en sus partes más dañinas; o prepara unas soluciones hechas a medida con plástico, cartón u otro material de embalaje que tengas a mano.
Finalmente, comprueba qué muebles puedes desmontar y cuáles no. Hacerlo suele merecer mucho la pena, ya que te permitirá moverlos con más facilidad y seguridad.
Y, después de todos estos pasos previos, ya puedes empezar a embalar. Deberás hacerlo en función del material del mueble y de sus características:
En estos casos, envuélvelos con varias capas de film o con plástico burbuja, tratando de fijar aquellos elementos que se puedan mover, como los cajones (antes deberás haber sacado todo lo que había en su interior). Asegúrate de que el embalaje queda lo suficientemente compacto con la cinta aislante.
Estos requieren un embalaje especialmente concienzudo, porque cualquier golpe puede no solo romperlos, sino también convertirlos en un peligro por las piezas cortantes que se desprendan. En consecuencia, cubre sus zonas acristaladas con cartón o material acolchado para que no se rompan ni se rayen. Y, después, embala el resto del mueble, tal y como te hemos explicado en el anterior punto.
Dentro de esta categoría están ciertos tipos de sillas, mecedoras, mesas, armarios, estanterías, muebles de televisión, etc. Aquí, primero deberás cuidar de su estructura tubular envolviendo sus partes más delicadas con cartón o film adhesivo; mientras que para su cubierta podrás utilizar material acolchado, como espuma de polietileno.
Las piezas más pequeñas, como los tornillos, guárdalas en una bolsa de plástico y etiquétala para que sepas en todo momento a qué mueble corresponden. Mientras que los elementos más grandes que lo componen podrás recubrirlos con plástico de burbujas. Tras ello, y si es posible, intenta colocar todo junto en una misma caja, para que te sea más fácil luego montarlo. Garantizando, claro, que cada pieza está correctamente colocada y resguardada mediante papel de periódico o separadores.
En el caso de las sillas y taburetes, presta atención a las patas y envuélvelas convenientemente con cartón o plástico de burbuja. Quizá incluso debas desmontar las ruedas antes, si es que las llevan.
Mientras que, en los sofás y sillones, vigila sus tapizados y telas. Cubrirlos con plástico te ayudará a evitar arañazos o roturas; no sin antes desmontar y guardar aparte sus componentes extraíbles, como los cojines.
En este caso, será suficiente con guardarlos dentro de unas buenas fundas de plástico que los cubran por completo.
Si todavía tienes su embalaje original, utilízalo para volver a guardarlo ahí y moverlo. Aunque lo más probable es que no sea así, en cuyo caso lo más recomendable es que busques una caja a medida y lo deposites ahí, después de haberlo envuelto en un plástico de burbujas y de proteger adecuadamente sus esquinas.
¿Qué te parecen estos consejos sobre cómo embalar muebles para una mudanza? Tan solo necesita planificación, además de tiempo y esfuerzo por tu parte. Aunque, si prefieres evitarte complicaciones, siempre podrás contratar un servicio de mudanzas que se encargue de todo por ti.
Te recomendamos:
Si estás buscando crear un ambiente acogedor y relajante en tu hogar, la decoración rústica…
Hacer predicciones en el mercado inmobiliario no es sencillo, porque está condicionado por factores sociales,…
‘Comisiones’ es una palabra habitual cuando hablamos de una hipoteca, porque normalmente las entidades bancarias…
Mudarse de vivienda es sinónimo de un aluvión de cambios. No solo personales y materiales,…
En los últimos años, la autogeneración de energía en el ámbito doméstico se ha convertido…