El hogar es un espacio para nuestra expresión personal. A través de la decoración podemos tratar de transmitir nuestros gustos y estilo, por lo que realmente el límite lo ponemos nosotros. Y aunque lo habitual es autoimponerse unas líneas rojas, hay quienes prefieren dar rienda suelta a su imaginación y optar por unos recursos llamativos e irreverentes para sorprender a sus visitas.
Hoy en CULMIA precisamente queremos hablarte de uno de esos estilos que no deja a nadie indiferente: la decoración estilo Kitsch para tu hogar. No negamos que para aplicarla en casa hace falta cierta valentía, por lo que te animamos a que descubras sus características principales para descubrir si estás dispuesto a atreverte con ella…
Antes de detallarte los aspectos que la definen, vamos a situarla en su contexto histórico. El estilo Kitsch proviene de Alemania, ya que surgió a mediados-finales del s. XIX entre la burguesía muniquesa. En concreto, se hizo popular porque los nuevos ricos de la época buscaban imitar a la tradicional clase alta, tanto en sus costumbres como en su forma de vida. Con la particularidad de que, para lograrlo, se valían de objetos de imitación que eran de baja calidad.
Así, lo Kitsch se asoció pronto a los muebles y objetos vulgares y de cualidades pobres. Y no tardó en constituirse como un estilo con personalidad propia, principalmente por su facilidad para ser reconocido. De hecho, a principios del s. XX se convirtió en una corriente estilística muy influyente en Los Ángeles (California, EE.UU), ya que el objetivo era imitar las corrientes europeas.
Sin embargo, hacia 1930 acabó siendo objeto de debate e incluso definido a nivel estético por filósofos y críticos artísticos como Hermann Broch, Theodor Adorno, Walter Benjamin o Clement Greenberg. Al fin y al cabo, desde un punto de vista artístico, el estilo Kitsch era visto como un peligro, ya que representaba lo opuesto a la vanguardia y era símbolo de la imitación y lo pretencioso.
Hoy ha perdido ese halo reflexivo y polémico, y se limita a ser un estilo desenfadado y tremendamente original. De ahí que cada vez más personas se animen a seguir sus premisas para decorar su hogar.
El estilo Kitsch es tan personal y único que es una estupenda forma para expresar nuestros gustos. Una de sus premisas más importantes es que no tiene reglas estrictas a las que ceñirnos, por lo que casi se convierte en un ‘todo vale’ que nos permite experimentar y probar sin temor a equivocarnos.
Por lo que acabamos de comentar, podríamos decir que la decoración estilo Kitsch abarca realmente multitud de estilos en uno. Es amplio, variado e inconcreto, por lo que realmente no está hecho para tomárselo en serio. De hecho, para saber apreciarlo es necesario aplicar algo de sentido del humor, porque en muchas ocasiones se acaba convirtiendo en una solución irreverente y transgresora.
Ten, por tanto, muy presente que para decorar tu casa con el estilo Kitsch vas a tener que estar preparado/a para reírte con el resultado. Simplemente, no te pongas límites y anímate a llevar a la práctica esa idea llamativa que se te pase por la cabeza, por muy sorprendente que parezca a primera vista.
Lo sencillo no es compatible con el estilo Kitsch. La mayoría de los estilos decorativos actuales te recomiendan quedarte solo con lo necesario y deshacerte de los objetos que ocupen demasiado espacio en tu casa, pero en este caso no es preciso que te plantees hacer un cribado: cuantas más cosas acumules, más impactante será el resultado.
Hablamos, por tanto, de un estilo maximalista: aquí más es siempre más, porque lo que queremos es llamar la atención y generar ostentación.
Enlazando con este gusto por el maximalismo, podemos afirmar también que la decoración de estilo Kitsch nos invita a crear cierto caos a nuestro alrededor. No se trata de ocupar los espacios del hogar sin ton ni son ni de dificultar nuestra movilidad por las estancias, sino más bien de mezclar objetos, formas y colores diversos en un mismo lugar para obtener un ‘pastiche’ único.
Por lo tanto, al entrar en una casa decorada al estilo Kitsch, lo normal es que vemos multitud de objetos variopintos y de muebles rimbombantes y exagerados. Lo que creará una sensación visual de estancias recargadas, donde haya multitud de cosas que pueden llamar nuestra atención.
Respecto al diseño de tus muebles y objetos decorativos, ten en cuenta que en la decoración de estilo Kitsch cada elemento puede funcionar estéticamente de forma individual. Así que no es necesario que todos ellos mantengan una misma línea estilística: puedes mezclar elementos diversos para crear composiciones sorprendentes. No en vano, las formas geométricas y abstractas son bastante habituales en este tipo de espacios, porque cuanto más destaquen, mejor.
Aunque, como hemos comentado antes, hubo una época en la que lo Kitsch era considerado como enemigo del arte, hoy simplemente es una manifestación más de este. De hecho, sigue muy presente en el arte moderno por su capacidad para asombrar y provocar, aunque lógicamente está vinculado al estilo pop-art y a creaciones cursis, decadentes y hasta horteras.
En consecuencia, nos da vía libre para utilizar cuadros, pinturas, esculturas, fotografías o cualquier otra muestra de arte que se nos ocurra. Siempre y cuando represente bien estas características tan particulares y resulte estrambótica a simple vista.
Como no podía ser de otra forma, el color tiene mucho que decir en la decoración de estilo Kitsch. Sus estancias son por definición coloridas y transmiten energía a simple vista, por lo que es frecuente que predominen colores con mucha personalidad, como el rosa chicle, el verde manzana, el rojo y el azul turquesa.
Y a la hora de mezclarlos, no te preocupes de hacerlo de una forma correcta, porque tampoco hay una norma fija. Lo ideal es crear un contraste entre los colores mate y los colores brillantes para que el resultado sea aún más ‘chillón’ si cabe, pero a gusto del usuario. ¡Lo realmente importante es que haya color por todas partes!
Este estilo muestra un cierto sentimentalismo por épocas pasadas. Y lo demuestra recuperando objetos y muebles antiguos que ya están pasados de moda. Así que es una opción perfecta para traer de vuelta todo lo retro que tengamos por casa, sin importar de cuándo sea. ¡El pasado siempre vuelve!
En cuanto a la luz, la iluminación natural no se suele llevar demasiado bien con el estilo Kitsch. Este prefiere lámparas y apliques que den una luz cálida y tenue, ya que también pueden contribuir a crear una atmósfera particular. Por eso, las bombillas y tiras LED pueden funcionar muy bien en estos espacios, porque incluso nos permiten cambiar los colores y tonos a nuestro gusto y jugar con diferentes combinaciones.
Para recargar más las habitaciones, los accesorios son elementos indispensables. Prácticamente cualquier objeto que se nos ocurra puede encajar a la perfección en una vivienda decorada al estilo Kitsch, dado que el resultado no debe alejarse mucho del que nos ofrecería un bazar. Figuras de extrañas formas y colores llamativos, alfombras impactantes, juguetes y muñecos antiguos, esculturas de animales… todo eso y más contribuirá a crear el lugar que quieres.
En el campo de las texturas, también tenemos carta blanca. Puedes mezclarlas sin preocuparte, aunque las más habituales en las viviendas de estilo Kitsch suelen ser el cristal, el plástico, el papel de colores, las pieles sintéticas o el metal.
Y si no te conformas con este estilo de decoración y quieres dar un paso más, apuesta por el Neo-Kitsch. Se diferencia de la opción más clásica en que aporta algo más de sofisticación al resultado, porque mezcla los elementos vintage y retro con lo barroco. Todo para conseguir estancias que no son tan exageradas y vulgares, pero sin perder las principales señas de identidad del estilo original.
Como ves, el estilo Kitsch de decoración no resulta muy exigente, pero a cambio tendrás que dar rienda suelta a tu creatividad e imaginación para conseguir resultados vistosos y muy llamativos.
¿Qué te parece… te atreves con él?
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