Es inevitable: lo antiguo genera curiosidad e incluso atracción. Es más, en ocasiones no hay nada más moderno que llevar o utilizar algo que parece de otro tiempo y que tiene signos de uso. De ahí el éxito reciente de estilos como el vintage, ya que nos retrotraen al pasado y nos generan cierta añoranza.
Hoy precisamente queremos proponerte una opción que está en auge y que puede ayudarte a modernizar tu hogar con lo mejor del ayer: la decoración estilo shabby chic. Así que, si tienes algún mueble desgastado u objetos decorativos con varias décadas de existencia y crees que todavía puedes darles nuevos usos, no dejes de leer lo que aquí te traemos.
El estilo shabby chic nació como movimiento decorativo en los Estados Unidos durante los primeros años de la década de los 80. Su impulsora fue la inglesa Rachel Ashwell, escritora, diseñadora y empresaria que lo presentó como solución decorativa para interiores en la revista ‘World of Interiors’.
Sin embargo, aunque tiene apenas cuatro décadas de existencia, su inspiración proviene de mucho más atrás. En concreto, Ashwell se fijó en las grandes casas de campo propias de la campiña británica del s. XIX para trasladar lo más característico de estas viviendas a nuestros hogares de la actualidad.
Como veremos ahora, el resultado de esta apuesta es un estilo decorativo rústico, pero a la vez sofisticado y refinado con un toque romántico. De hecho, la palabra ‘shabby’ significa en inglés “desgastado o desaliñado”, mientras que ‘chic’ se traduce como algo “elegante” o que está actualmente de moda.
Por lo tanto, la decoración estilo shabby chic conjuga lo misterioso y tradicional del pasado con la frescura y el atrevimiento de lo novedoso; y lo hace desde un punto de vista claramente femenino. Así, el resultado suele ser particular y muy inspirador.
En este caso, una de las prioridades es crear estancias luminosas y confortables a nivel visual. Por eso, da prioridad al color blanco, el cual normalmente se usa para para las paredes y para el resto de los elementos de la decoración. Y para no caer en la monotonía cromática, también nos invita a utilizar colores pasteles como opciones secundarias, como el rosa, el azul claro, el beige o el verde. Sin olvidar los detalles en dorado, también muy interesantes para los muebles y los elementos decorativos, como los marcos de cuadros y fotos.
¿Qué sensación queremos transmitir con el shabby chic? Pues la de una estancia elegante, pero por la que los años ya han pasado. Es decir, es un espacio decorado con buen gusto, pero que no necesita parecer nuevo para resultar acogedor. De hecho, es el propio desgaste de los muebles, de las paredes y de los objetos decorativos lo que crea una atmósfera nostálgica que resulta tan atrayente como acogedora.
La mejor forma que tenemos de transmitir ese toque añejo a nuestras estancias es utilizar muebles antiguos, o cuya apariencia lo sea. En este caso, mandan materiales como la madera y el hierro forjado que presentan una imagen de desgaste o envejecimiento. Por ejemplo, en un dormitorio con estilo de decoración shabby chic podemos utilizar cómodas y mesillas de madera de imagen rústica y anticuada, así como cabeceros de hierro viejo.
Para hacerte con muebles shabby chic tienes dos opciones. La más sencilla es acudir a mercadillos o a anticuarios, donde podrás elegir el que más encaje en tu estilo y, por supuesto, que esté aún en un magnífico estado de conservación. Y la más complicada (pero también la más apasionante) es que los prepares tú mismo/a mediante manualidades caseras. Puedes usar, por ejemplo, técnicas como el decapado o el decoupage para envejecer tus propios muebles actuales y hacer que luzcan más antiguos de lo que realmente son.
El estilo de decoración shabby chic es agradable de ver. Así que destaca también por potenciar las formas curvas que aportan dinamismo y ‘vida’ a las estancias. Las mesas no presentan picos, sino esquinas redondeadas, así como patas que huyen de las líneas rectas. Y también es habitual ver objetos decorativos (como espejos, lámparas o candelabros) con formas circulares, espirales o incluso rizadas.
El tono rural y campestre lo podemos conseguir acudiendo a la naturaleza. La madera y los colores blancos ya harán mucho por sí solos en este sentido; pero si además decoramos las estancias con flores y también utilizamos estampados y papel pintado con motivos florales conseguiremos resultados muy acogedores y femeninos.
Pero… ¡ojo! Que el estilo de decoración shabby chic sea florido no quiere decir que busquemos un resultado colorido y sobrecargado. Procura que los estampados sean discretos o que, al menos, no se lleven todo el protagonismo. Te aconsejamos que los utilices por ejemplo para decorar zonas concretas, como la mesa (con manteles y servilletas) o las sillas (tapicería y cojines). O también puedes lucir una vajilla floral en tu comedor.
Además de la madera, recurre también a otros materiales de origen natural para reforzar el tono de ‘campo’ de tus estancias. Para las telas, puedes usar materiales como el algodón, la seda o incluso el lino (este es ideal para los meses más calurosos). Además, el cuero es otro elemento que también te permitirá disfrutar de acabados muy interesantes en el mobiliario, como en las sillas o el sofá.
Aunque se podría decir que ambos pertenecen a la misma familia de estilos decorativos por fijarse en el pasado para innovar en el presente, la realidad es que no hay que confundir uno con el otro. El vintage es una opción más industrial que se centra, fundamentalmente, en objetos que recuerdan a un período del s. XX que va desde la década de los años 20 a la década de los 70. Mientras que el shabby chic es más propio de la época victoriana y, como hemos visto, tiene un toque más de ‘campo’.
Además, lo vintage no se centra en una paleta de colores concreta y admite la utilización de estilos de diferentes épocas para decorar un mismo espacio. Da, por tanto, más libertad creativa que el shabby chic, el cual se reconoce fácilmente por sus tonos claros, por su estilo delicado y romántico.
Una de las grandes ventajas del estilo shabby chic es que encaja a la perfección con otras soluciones decorativas para nuestro hogar. Si utilizamos muebles más modernos para generar algo de contraste el resultado seguirá siendo muy interesante. O también podemos mezclarlo con estilos con los que comparte características comunes, como el rústico o el bohemio. ¡Así que es ideal para que pruebes, combines y experimentes hasta dar con el resultado que más te guste!
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