En todo proceso de construcción, las empresas que se embarcan en un proyecto tratan de perfeccionar su rendimiento para conseguir los mejores resultados, optimizar sus esfuerzos y rentabilizar su inversión. Por eso, a lo largo de la historia se han buscado y puesto a prueba diversos métodos que han intentado innovar y revolucionar su actividad.
Sin embargo, solo algunos han logrado tener el suficiente éxito como para poder asentarse. Y hoy queremos hablarte de uno de ellos y de sus beneficios, el lean construction.
En el ámbito de la construcción e ingeniería inmobiliaria, podemos definir el lean construction como la adaptación de los principios lean manufacturing a su actividad. Así que lo siguiente es preguntarse: ¿qué son estos realmente?
Su origen proviene de Japón, de la familia Toyoda, la cual creó e impulsó la famosa marca de automóviles Toyota. Su fundador, Sakichi Toyoda, se cuestionó (tras la crisis nipona posterior a la Segunda Guerra Mundial) las razones por las que se producían fallos en la producción automotriz, con el fin de encontrar las adecuadas soluciones para evitar que estos se repitieran más adelante.
Sin embargo, la gran respuesta no llegaría hasta años después (años 50), cuando uno de sus sobrinos nietos, Eiji Toyoda tomó como referencia tres principios de la fábrica estadounidense Ford para aplicarlos a su compañía: la supresión de stock, la eliminación de los gastos innecesarios y el máximo aprovechamiento de la capacidad de los empleados.
Estos fueron los tres pilares sobre los que se erigió el denominado TPS (Toyota Production System). Se trata de un sistema que no tardó en demostrar su capacidad para reducir los costes y los tiempos de producción, mejorar la calidad, desarrollar nuevos sistemas de información e incrementar la variedad productiva. De ahí que Toyota se convirtiera poco a poco en una empresa referencia, no solo en Asia, sino también en el mundo; y que en 1988 el ingeniero estadounidense John Krafcik utilizara la palabra lean para definirlo, en comparación a las cadenas de producción americanas, como un método que persigue minimizar la inversión, el tiempo y el esfuerzo.
Las premisas mencionadas se pueden trasladar perfectamente del sector de la automoción a cualquier otra industria. En el fondo, lo que se persigue es optimizar al máximo la eficiencia de los procesos productivos y, para ello, se trata de reducir al máximo los recursos que se utilizan, de eliminar todo aquello que no aporta nada de valor y de obtener los resultados más satisfactorios para el cliente.
Así pues el lean construction propone estos cambios y beneficios respecto a los sistemas de construcción tradicional:
Como ya hemos visto, uno de los objetivos del lean es eliminar cualquier actividad que se realiza en el proceso productivo y que no aporta nada de valor. Es lo que se conoce como ‘desperdicio’, de forma que, si identificamos todos los existentes será más sencillo que seamos capaces de optimizar nuestro proyecto de construcción y de aprovechar los recursos que tenemos a nuestra disposición.
La propia metodología lean señala 8 desperdicios que debemos descartar:
Es una actividad cara porque implica los costes de desplazamiento, de maquinaria y de tiempo. Por lo tanto, si movemos materiales que no aportan ningún beneficio, estaremos perdiendo dinero y retrasando la finalización del trabajo.
Una mala planificación puede llevarnos a fabricar más de lo que necesitamos. Esto se traduce en un consumo innecesario de materiales, en un incremento de la necesidad de transporte y en un stock excesivo.
Una mala organización puede provocar que surjan tiempos de espera durante los procesos de producción, con el consiguiente retraso en las obras.
Al llevar a cabo los procesos, los errores pueden provocar defectos en las obras o resultados no deseados. Esto incrementa el riesgo de rechazo por parte de los clientes y, por tanto, también de tener que volver a hacer determinadas partes del trabajo o de tener que ejecutar una labor que no estaba prevista inicialmente en el proyecto.
No determinar con precisión la cantidad de material que será necesario para ejecutar el proyecto también puede llevar a que la empresa almacene más inventario del que realmente va a utilizar. Esto lógicamente es costoso por el espacio necesario para guardarlo, por la necesidad de darle salida si no se usa o incluso por su pérdida de utilidad si termina por hacerse obsoleto.
Los procesos de construcción también necesitan hacer un adecuado estudio de las necesidades del cliente, porque se corre el riesgo de agregar funciones o recursos que realmente luego no serán útiles. Un problema que también se puede crear si no se elige adecuadamente el equipamiento y se opta por uno caro con funciones que realmente no serán útiles.
Se refiere al movimiento respecto al lugar de trabajo, tanto de personas como de máquinas, para mejorar la ergonomía sin perjudicar a la seguridad o a la calidad.
La empresa a cargo del proyecto debe poner todos los medios necesarios para aprovechar al máximo la capacidad de trabajo, los conocimientos y la creatividad del personal que tiene a su cargo. Esto es especialmente importante si los procesos de producción incluyen sistemas de automatización, ya que si estos no se implantan adecuadamente es probable que perjudiquen al talento de la plantilla.
En nuestro afán de apostar por lo distinto sin perder las características esenciales de un hogar, en CULMIA apostamos por la industrialización. Este es un sistema constructivo que emplea técnicas y procesos innovadores muy organizados, gracias a los cuales es posible reducir los plazos de construcción y facilitar una óptima calidad constructiva y medioambiental.
Así, es la industrialización la que nos anima a seguir los principios de la exitosa metodología lean. Una meta que perseguimos a través de la utilización de tres herramientas diferenciadas:
Sistemas de organización y gestión digital de la información de proyectos. Incluye todo lo necesario para el diseño en las fases de proyecto, ejecución y mantenimiento, por lo que fortalece la gestión del edificio.
Facilita la gestión de la colaboración de todos los agentes implicados, tanto externos como internos. También abarca todas las fases de la obra, desde el diseño hasta la entrega del edificio; por lo que, en el caso de CULMIA, estamos aplicando esta metodología colaborativa tanto en los procesos constructivos como en nuestras planificaciones internas.
Se trata de un contrato de obra que incluye gastos vistos, riesgos y beneficios compartidos. Implica la contratación del constructor a partir del Proyecto Básico, así como la del equipo de diseño en el Proyecto de la Ejecución. De esta manera, logramos maximizar el valor del proyecto mediante la alineación de los intereses de todas las partes, facilitamos la obtención de un producto de calidad a partir de los costes y los plazos previstos, y minimizamos los contratiempos que pueden surgir durante la ejecución de las obras.
En definitiva, gracias al lean construction, podemos ofrecer a nuestros clientes los hogares del presente y del futuro: viviendas 4.0 que destacan por sus características saludables, smart (automatización y digitalización), de sostenibilidad (óptimo consumo energético) y de flexibilidad-adaptación.
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