Cuando piensas en una construcción , ¿Qué es lo primero que acude a tu mente? Probablemente su aspecto exterior sea una de las representaciones más recurrentes, no en vano, es la tarjeta de presentación de cualquier edificio. Modernas, sencillas, rústicas, sostenibles… Hay un tipo de fachada ideal para cada edificación.
Sin embargo, más allá de su estilo, el sistema constructivo o los materiales con que esté realizada determinarán buena parte de su funcionalidad. Es ese carácter práctico lo que constituye la esencia misma de este elemento arquitectónico que, con el tiempo, también ha sabido adaptarse a las nuevas demandas de un sector que, cada vez más, apuesta por la arquitectura verde.
¿Qué es la fachada de un edificio?
Antes de entrar en materia y conocer en detalle cuáles son los tipos de fachadas para casas más populares, es necesario tener claro qué es exactamente este elemento. La Real Academia de la Lengua la define como el “paramento exterior de un edificio, especialmente el principal”. Sin embargo, los expertos saben que esta acepción se queda ‘corta’ para dar una idea real de la importancia de la misma.
No importa si son modernas o rústicas, sencillas o con multitud de elementos en la fachada, en esencia, el término hace referencia a cada uno de los paramentos exteriores de un edificio o vivienda. Dicho de otro modo, se trata de los cerramientos exteriores verticales de una construcción y son, junto a la cubierta, uno de los elementos más valiosos.
Su importancia radica, principalmente, en la función que cumplen dentro del conjunto. Como parte de la construcción constituyen una barrera contra factores climatológicos externos que puedan dañarla, de ahí que la elección del tipo de fachada sea una cuestión clave en cualquier proyecto arquitectónico.
Pero aún hay más. Optar por uno u otro sistema permite, además, mejorar la eficiencia energética de los edificios. En función del tipo de fachada es posible reducir el consumo o los costes de mantenimiento y hasta mejorar el confort interior. En todo caso, las fachadas han de cumplir con las exigencias marcadas por el marco normativo aplicable que pueden establecer las diferentes administraciones.
Tipos de fachadas
Los materiales o el sistema de construcción son dos de las referencias empleadas habitualmente a la hora de determinar el tipo de fachada de un edificio. Entre las más populares podemos señalar:
Fachadas ligeras
A diferencia de otros tipos de fachadas, estos paramentos no forman parte de la construcción como tal sino que se adhieren a la estructura del edificio. Vidrio y metal son los materiales más empleados en este tipo de cerramientos que, por otro lado, han de estar diseñados de manera que sean capaces de soportar las cargas que afecten a los elementos propios de la misma.
La facilidad de instalación así como la luminosidad que proporcionan a los interiores son dos de las ventajas principales de este tipo de fachadas que, sin embargo, no ofrecen un rendimiento especialmente bueno en términos de aislamiento térmico y acústico. El muro cortina y las fachadas panel son los máximos exponentes de este sistema que se instala, sobre todo, en edificios de oficinas.
Fachadas pesadas
Este tipo de fachadas viene a definir todos aquellos cerramientos que cuentan con elementos constructivos cuyo peso medio, macizo y hueco supera los 100 kilos por metro cuadrado. En esta categoría se incluyen diferentes soluciones que dependiendo de las necesidades de aislamiento térmico pueden ser portantes o autoportantes e incluir o no cámara de aire.
Algunas de las más populares en esta categoría serían:
- Tradicionales. Rapidez de instalación y un coste menor son algunos de los atractivos de este tipo de fachadas que, por lo general, están construidas con materiales como el ladrillo, la piedra o la cerámica entre otros. Sus prestaciones térmicas y acústicas distan, sin embargo, del rendimiento que ofrecen otras soluciones constructivas más modernas, entre otras cosas, porque no disponen de cámara de aire ni aislamiento.
- Fachadas prefabricadas. Son las preferidas para la construcción de grandes superficies comerciales y naves industriales dada, entre otras cosas, su rápida instalación y coste reducido. La limitación en términos de diseño es el principal hándicap de estas soluciones que se concretan en módulos prefabricados que se ensamblan sobre el terreno.
- Sistema SATE. Si hablamos de soluciones sostenibles, este es uno de los tipos de fachadas a considerar. El llamado Sistema de Aislamiento Térmico por el Exterior (SATE) no es más que la instalación de placas de material aislante protegidas por un mortero a la envolvente del edificio y fijadas al muro de soporte de manera mecánica, rematadas con un revestimiento acorde a la estética de la construcción. El poliestireno expandido, el poliestireno extruido, el poliestireno expandido gráfico y la lana mineral son algunos de los materiales más empleados en la construcción de este tipo de fachadas.
- Fachadas ventiladas. A diferencia del sistema SATE, estos cerramientos cuentan con una capa de aire entre el revestimiento y el material aislante. Pese a que la inversión es mayor y la complicidad de la instalación también, es un sistema que compensa ya que incluye una capa de ventilación extra que propicia un efecto chimenea mejorando así la eficiencia energética de la construcción.
Tipos de fachadas para casas sostenibles
La introducción de nuevos materiales en el ámbito de la arquitectura ha sido clave para el desarrollo de fachadas sostenibles. La combinación de estas materias primas con las soluciones constructivas más modernas son tendencia y han hecho que la bioconstrucción sume adeptos en las últimas décadas.
Las fachadas vegetales, por ejemplo, son un tipo de fachada para casas basado en el uso de plantas a modo de jardín vertical. Su capacidad para aislar acústica y térmicamente es directamente proporcional a su contribución a la preservación del medioambiente y la conservación de los edificios.
Otros materiales naturales cada vez más empleados para el diseño de todo tipo de elementos de una fachada son la madera, la roca, natural, el bambú ¡y hasta la paja!